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El color como signo


Dra. Georgina Ortiz Hernández

Partiendo de que el hombre se comunica a través de diversos signos de manera verbal o icónica, este trabajo tiene como objetivo básico mostrar como el color es un elemento de comunicación por ser un signo.

Si bien el color comunicante puede ser analizado desde muchos enfoques físico, químico y perceptual, para fines de este ensayo, este fenómeno será analizado como objeto.

Lo cual nos conduce a comprender que los colores como signos no sustituyen al fenómeno cromático en toda su totalidad significativa, por lo que sólo se analizará una particularidad del color, con conceptos y teorías del curso de semiótica hermenéutica en el estudio del diseño de objetos del Prof. Horta.

Para ello es necesario utilizar una o las varias teorías que nos conduzcan a descifrar esta condición cromática partiendo de lo que dice Barthes R. quien a su vez está basado en Saussure.

El color, entonces, será  un signo en su dualidad de significante y el significado en todos los conceptos generados por la sensación visual cromática, en donde se analiza al signo como un elemento indivisible entre el significante y el significado que tienen la potencialidad de convertirse en otros signos, ya sea basado en su significante  que es la forma, o en  el  significado que es el contenido,  dando lugar a un sistema isológico denotativo o connotativo,( según el caso) que no es otra cosa que sistemas semióticos que permiten la superposición de otros sistemas, lo que permite estructurar una realidad social, que a su vez generará diversos códigos que sólo podrán ser descifrados por un grupo específico, lo que da lugar según Peirce,  a un realismo semiótico.

Este autor indica que el signo como objeto es la integración de la representación del objeto, lo que remite al signo una relación de alteridad y el interpretante.

cielo rojo

Es así que cuando el interpretante tiene contacto con la naturaleza sea el cielo (azul), sea rojo (atardecer, fuego) amarillo/naranja (sol) etc., a través de la sensación/percepción hace el primer  contacto semiótico con el primer representante cromático,  y de esta manera se   inicia un proceso de generar otros significados,  por lo cual el color se vuelve objeto,  ya que para el interpretante el color rojo tiene un valor significativo que puede generar otros significados.

De esta manera, aunque los significados cromáticos generalmente son polisémicos con relación a los colores se ha encontrado[1] que esos nuevos significados pueden ser opuestos, como ejemplo, el color rojo que se relaciona con el fuego se transforma en peligro, pero a la vez se crea otros significados como el amor.

Aunque esta ambivalencia pudiera hace que  se debata si el objeto físico del  color que puede ser o no un  objeto dinámico: (exterior a la semiosis de la realidad)  esa cuestionamiento  queda descartado porque la semiosis del  objeto  físico, se transforma en una semiosis básicamente social, el cual está siempre en proceso de transformación independiente de la representación inicial y forma una serie de significados abstractos, lo cual hace que el objeto cromático  tenga una relación de alteridad, basada en operaciones inimaginables.

Un autor interesante en la semiosis cromática, es Magariños que considera a la semiótica como un proceso cognitivo riguroso   que reduce el proceso de significación a un tiempo determinado que le da sentido al mundo (semiotización), lo que permite, por un lado, reducir el análisis a una comunidad, dentro de un proceso histórico y  a la vez que  permite generar resignificaciones con nuevos sentido de las semiosis anteriores, ya que no existes significaciones verdaderas o falsas porque todas son plausibles porque están basadas en la observación.

Proceso que se da gracias a los interpretantes finales que presupone a otros tipos de interpretantes. Todos ellos generan una recurrente y estable de un signo, aunque no única porque siempre habrá significados que se aumenten en el tiempo y el espacio.

Por ejemplo y continuando con el color rojo, después de la revolución rusa a todo pensamiento de izquierda se le califica con ese color y las personas que siguen la teoría marxista se les conocer como rojillos.

De acuerdo con Peirce se distinguen tres clases de signos (indicios, iconos y símbolos) y los clasifica con base a como se presenta a sí mismo, como se relacione con su objeto y como se relacione con su interpretante.

Por ejemplo, cuando se mira el color azul del cielo, es posible saber cuál será el clima, o la hora con base a la luminosidad y saturación del color, es entonces que el color azul se convierte en un índice.

Si vemos una pintura denominada marina, estamos frente a un icono, ya que el objeto se parece al objeto representado y nos permite conocer la idea y apariencia del mar a través de la pintura.

corazones rojos y rosas

Y, por último, en el mes de febrero veremos una serie de corazones rojos que significan amor en el festejo del amor y la amistad, sin que exista una relación entre signo y el objeto, ya que ese nuevo significado es el resultado de una convivencia en un sistema capitalista, por lo que ese matiz se convierte en símbolo.

Lo cual refrenda que los signos no están en los objetos sino en el pensamiento de una comunidad (siguiendo a Magariño), para darle no solo un sentido al mundo sino una forma de integración social, eficaz en un proceso histórico de una comunidad. Por lo cual todas las interpretaciones teóricas de los objetos deben tener una base social, en la cual puedan ser comprobados los conceptos.

[1] Ortiz (2011). El significado de los colores. Editorial Trillas.


Fotografía del cielo por Anton Darius on Unsplash

Fotografía de corazones por Kelly Sikkema on Unsplash

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