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El Color y la Cultura en México y el Mundo


Compiladora: Georgina Ortiz Hernández.

Editorial: Asociación Mexicana de Investigadores del Color A.C.

Presenta: Dra. Katherine Isabel Herazo González.

Hablar del color desde una perspectiva psicosocial nos ubica en los estudios científicos que superan la direccionalidad sobre la percepción e interpretación que se produce en respuesta a una estimulación nerviosa del ojo. Estimulación producida por los rayos de luz y por las longitudes de onda que lo componen.

La interpretación del color está determinada por los significados que se le atribuyen en la cultura donde se produce y que emerge a través de la interacción social. Es en la vida cotidiana donde se construyen la forma de interpretar los colores y darles uso, es en el intercambio simbólico donde se representa nuestro contacto con el mundo de los colores y su cromatismo como fenómeno psicosocial.

En este sentido, el libro representa un gran aporte para la Psicología Social y las Ciencias Sociales ya que es una fuente de consulta necesaria para las investigaciones del color y sus usos. El trabajo está articulado con coherencia epistémica y diversidad metodológica, de tal suerte que está estructurado en dos ejes que articulan los capitulados así: primero, el desarrollo teórico-empírico del color, y segundo, el uso del color en la cultura.

En relación al desarrollo empírico y teórico del color, en el capítulo El color y la Cesía como signos: usos índiciales del color y la cesía en la cultura y la naturaleza, por Caivano J., entre sus contribuciones está que, a través de un análisis semiótico evidencia que el significado del color depende tanto de la cultura como de la naturaleza, además considera que dentro de los índices del color en la cultura, “el color es un signo que pone en evidencia las emociones (…), funciona también como un índice en la sinestesia genuina (…), el significado del color de un objeto es transferido hacia otro objeto mediante una relación de contigüidad (…) Además está relacionado con la nutrición (Caivano, 201:17).

En el capítulo Los colores que usan los niños para expresar violencia. Estudio de caso en Buenos Aires (Argentina), por López M. y Ortiz G., utilizan el análisis semiótico en los dibujos realizados por 100 niños, quienes, a través de los colores, trazos y figuras aplicadas sobre dibujos violentos o no violentos, logran identificar el color negro con un elemento violento y en los dibujos no violentos predomina el rojo y el paisaje natural asociado a la vida pacífica.

El género Dahlia, portador del color a través del mundo, por Guevara F. y Muñoz O., nos muestra la diversidad de los usos de la Dahlia y su relación en la conservación del sistema.

Eco-diseño y color. Una propuesta de innovación y aproximación metodológica, por Odetti J. y Reyes G., nos permite comprender la importancia del color en el proceso creativo, de uso y significación del mismo y, en la respuesta humana (Odetti y Reyes, 2016:49).

Asimismo, este libro abre un espectro de posibilidad sobre el uso del color en la cultura desde diversas aproximaciones en Latinoamérica. De modo que se despliega una visión sociohistórica en la trama argumentativa que comprende El universo de significado del color en México. Desde el mundo prehispánico hasta la actualidad, por Ortiz G.; se ofrece, además, desde Chile, un contraste entre los colores históricos y los nuevos, por Cordero E.

Resulta sugerente como en esta obra el color aparece en las diversas expresiones humanas cargando de simbolismo los rituales como son los actos fúnebres. Aquí se condensan tramas vinculares que articulan el color a la subjetividad del mundo íntimo.

También, se extiende el color como expresión del hacer humano en los textiles, manifestación que permite comprender los registros cromáticos precolombinos en el Perú, en la artesanía textil de Chile, en el arte Wikárika, en las obras artísticas de mujeres, en el aprovechando del algodón de color natural en América, entre otros. En este sentido, el color aparece también como espacio que recrea la identidad de las culturas, como es el caso de la ruta del tequila en Jalisco.

En resumen, existe una inquietud constante durante los capitulados del libro sobre cómo entender el color como un signo visual, cómo este signo visual se coloca en el plano de la interacción humana cargándolo de significado y dotando a la acción de un registro muchas veces invisible a nuestra conciencia, pero visible como imagen producida en la mente de un organismo vivo que cuenta con aparato sensorial como la visión. Al respecto, el color desde una perspectiva psicosocial puede pensarse como “Una lengua convencional codificada, que se recodifica y se amplía en una gran polisemia de señales o símbolos, difíciles de entender fuera de la comunidad donde emerge” (Ortiz, 2016:63).

Les invito a que leamos esta obra, observemos con nuestros sentidos y descubramos los colores como expresión de lo cotidiano, de lo colectivo, de lo singular, de lo subjetivo y de nuestra acción social. Enhorabuena para nuestra Facultad y para los avances de la Psicología Social.

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